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La PRIVACIDAD en PAREJA: ¿Dónde están los LÍMITES?

La privacidad es un tema muy importante en cualquier relación, ya sea de pareja, amistad o familia. Pero en las relaciones amorosas, a veces la privacidad se puede ver comprometida por el hecho de compartir «todo» con nuestra pareja (la vida, nada menos), cosa que en algunos casos, puede generar conflictos y problemas a la larga, si nos las conversamos a tiempo y llegamos a acuerdos, así como tratar de entender y respetar los espacios de ambos.

 No queremos ser contradictorios, la vida en pareja es realmente deliciosa si se sabe vivir, pero también todos deberíamos tener aunque sea un poquito de privacidad en nuestras relaciones. ¿No les parece? No es que queramos o debamos esconder nada al otro, pero hay cosas que son sólo de uno, y que no necesariamente se deben compartir en pareja. Y eso no significa que no nos amemos o que tengamos algo que ocultar.

 Es más, tener privacidad es incluso saludable para nuestra relación. ¿No les ha pasado que después de pasar demasiado tiempo con su pareja, sienten la necesidad de tener un momento para ustedes mismos? ¡A nosotros sí! En esos casos, por ejemplo, Eli suele salir a caminar, tomarse un café, tomar aire y pensar en silencio (sin el respectivo escándalo común de la casa y los niños), de hecho suele resultar muy provechoso porque son los momentos en los cuales le vienen las ideas mas creativas, (ya saben que somos artistas y pues la creatividad es esencial en nuestro trabajo). En mi caso, no es que no quiera estar con mi pareja, pero a veces también necesito un poquito de espacio para mí misma.

 Claro que esto no significa que tengamos que esconder cosas a nuestra pareja. Al contrario, creemos que la honestidad es clave en cualquier relación. Pero hay cosas que simplemente no necesitan ser compartidas. Por ejemplo, si quiero ir al baño con la puerta cerrada, ¡es mi derecho! No necesito que mi pareja me acompañe a sentarme en el inodoro ni que me acompañe o me vea “hacer del dos“ y eso no tiene nada que ver con el otro, o que no quiera su compañía, tan sólo hay momentos para cada quien y cada cosa.

 Otra cosa importante es respetar la privacidad de nuestra pareja. No sólo respetar sus cosas y sus espacios, sino sus intimidades (aunque las viva contigo o te las haya contado). No hay nada más incómodo que tu pareja revele detalles íntimos tuyos o de la relación, que tu no quieres que nadie sepa y viceversa. Al igual que hay cosas que son solo mías, también hay cosas que son solo de mi pareja, y que yo no tengo derecho a compartir con nadie más. ¡Eso es una falta de respeto! Por eso esas conversaciones a las que llaman “incómodas” son tan importantes, porque son las que sientan las bases de una buena comunicación y por ende de una buena relación.

 Esto no quiere decir que tengamos que convertirnos en unos espías profesionales, ni que tengamos que investigar cada paso que da nuestra pareja. La confianza es fundamental en cualquier relación, y si no confiamos en nuestra pareja, entonces quizás deberíamos replantearnos nuestra relación o nuestra autoestima. A veces una persona muy desconfiada puede provenir realmente de otro tipo de inseguridades en sí mismo y no de la otra persona.

 Cuando queramos saber algo de nuestra pareja, en lugar de revisar su teléfono, su correo, su ropa o su cuenta bancaria, pregúntale con naturalidad lo que te inquieta, sin suspicacia ni con tono de “doble intención” sencillamente pregunta claro y sin rodeos. Ahora bien, si por el contrario es tu pareja quien se pone a la defensiva, si es momento de revisar y tener una gran conversación “incómoda” … Y hablando de cuentas bancarias, en otro artículo hablaremos de economía en pareja.

 En definitiva, creemos que es importante que cada persona en una relación tenga su propia privacidad, pero al mismo tiempo, también es importante respetar la privacidad de nuestra pareja. La confianza y la honestidad son clave en cualquier relación, pero eso no significa que tengamos que compartir absolutamente todo con nuestra pareja. A veces, necesitamos un poquito de espacio para nosotros mismos, y eso está bien. ¡Somos seres individuales, después de todo!